Felipe VI, la reina Letizia, Mariano Rajoy, Pedro Morenés (Defensa), Cristina Cifuentes y Manuela Carmena, ayer en el desfile del 12-O. |
Madrid,
12 de octubre. La ciudad entera está engalanada para conmemorar, una vez más,
el Día de la Fiesta Nacional. Ese que dicen que es el de todos los españoles.
El Paseo del Prado está forrado de banderas rojigualdas. Cientos de policías y
cuerpos de seguridad se despliegan por toda la calle: nada puede fallar. Los
últimos viandantes llegan a las inmediaciones del epicentro. Algunos llevan
horas esperando sin moverse del sitio. No quieren perder detalle de nada de lo
que ocurra. Los niños preguntan a sus padres si lograrán verlo pasar. “Supongo
que sí, hijo”, responden. Entonces, todo se pone en tensión. A lo lejos, se
puede divisar un Rolls-Royce negro, rodeado de su séquito particular: la
Guardia Real. “¡Ahí está, es él!”. El lujoso vehículo circula por la calle
mientras recibe el júbilo de la gente. Se escuchan “vivas” al Rey. Hoy el
protagonista es él. Su mujer y sus hijas también suscitan atención entre el
público. Las señoras comentan el vestido de Letizia. Parece que les gusta. Ella
siempre va elegante. Por fin llegan. Se bajan del coche. Les reciben Cristina,
Manuela y Mariano. Reverencia. La familia completa los saluda. A lo lejos,
Esperanza Aguirre observa la escena, entre el público. La cámara la enfoca. Su
rostro refleja cierta envidia. En el fondo, le encantaría estar ahí, al lado de
Felipe. No pudo ser. El monarca sigue saludando a cuanta persona se le acerca.
Presidentes, alcaldes, diputados, invitados varios… Todos están allí. Bueno,
todos no. Falta Pablo. “Estará picando piedra o dando de comer a los pobres”,
espeta el ministro de Interior. Suena el himno, seguidamente, canciones
militares. Todos se callan. Algunos se emocionan. De repente, los móviles
explotan. Los grupos de WhatsApp entran en ebullición. “VIVA ESPAÑA, SEÑORES”,
suelta uno. “VIVA LA TERCERA”, suelta otro. Banderitas de España de por medio.
“¡Hoy se celebra un genocidio!”, dicen unos. “¡El Rey no hace nada!”, escriben
otros. “¡Al Rey no lo votó nadie!”, “¡El Rey hace muchas cosas, lo que pasa es
que no lo sabéis!”. Todos tratan de imponerse. Nadie escucha a nadie: se trata
de dejar mal al contrario. Pasa media hora, parece que los ánimos están más
calmados. La retransmisión por televisión termina. Ya nadie vuelve a tocar el
tema. Todo vuelve a la normalidad. En el punto neurálgico, los líderes
políticos hacen corrillo y parlotean. Manuela y Cristina charlan efusivamente.
A lo mejor hasta se hacen amigas. Y eso que Manuela parecía un peligrosa y
radical: quien lo diría. El sitio comienza a vaciarse. La gente acude a reponer
fuerzas. El tráfico se reanuda poco a poco. Pasa la tarde. El día va cayendo y
anochece. Ya ha acabado el 12 de octubre, otro más. Habrá que esperar 365 días
para volver a repetir la misma secuencia de acontecimientos. Nada varía año
tras año. Muchos se sienten contentos. La gente se va a dormir, mañana será
otro día.
“La
nación está dividida, mitad patriotas mitad traidores, y nadie puede
diferenciarlos”
Mark
Twain (1835-1910), escritor, orador y humorista estadounidense.
Pablo
Torres Yébenes
13-10-2015
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