sábado, 9 de abril de 2016

Telemadrid: viaje a ninguna parte


El 24 de mayo de 2015, los madrileños votamos cambio. Votamos el fin de los rodillos parlamentarios. Votamos contra la tiranía de las mayorías absolutas. Votamos no a la imposición. El 24 de mayo de 2015 los madrileños dijimos no al continuismo. Pero como de costumbre, todo ello se ha quedado en palabras. Y las palabras se las lleva el viento. 

Cuando Cristina Cifuentes llegó al Gobierno de la Comunidad de Madrid, hubo una especie de euforia colectiva entre muchos votantes descontentos del Partido Popular, e incluso entre votantes de otras tendencias ideológicas; euforia que, me atrevería a decir, aún sigue vigente. Por fin había llegado alguien "con alma", moderado, con talante dialogante, muy diferente del que habían tenido sus antecesores en el cargo. Pero yo, como muchos, que nunca he creído en los meros cambios de forma y menos en esa formación política, me mostré escéptico. Muchos conocemos la trayectoria de la actual presidenta autonómica durante su mandato al frente de la Delegación del Gobierno en Madrid. Tal vez por eso, callé y guardé silencio hasta que se tocara un tema que yo considero primordial y del que ya he hablado mucho: qué iba a pasar con la radiotelevisión autonómica.
La respuesta no se hizo esperar: Cifuentes presentó, programa electoral mediante, una nueva ley sobre Telemadrid. Y es que según la presidenta, había que despolitizarla, porque "siempre lo había estado. También con los socialistas en el poder". Pero Cifuentes, que sabía muy bien que con la legislación vigente iba a perder todo el control en el consejo del ente público, que iba a tener mayoría de PSOE y Podemos, no iba a dejar que el equipo contrario le arrebatara la pelota tan rápido. Por eso, se sacó de la manga un roscón con sorpresa dentro: con la nueva ley, quitaría a la oposición el control de la cadena, tendría la capacidad de cerrar el chiringuito sin autorización parlamentaria, y además, Telemadrid pasaría a ser una sociedad anónima regida por la legislación mercantil privada, cuya Junta de Accionistas estaría formada por el propio Gobierno regional. Incluyó también, una serie de brindis al Sol para maquillar la norma: se crearía un Consejo Asesor abierto a otras organizaciones sociales, se crearía una oficina de teleespectadores, se limitaría y aumentaría a 6 años el mandato del director...etc. Pero la base seguiría siendo la misma. Y de la posibilidad de readmitir a los trabajadores, ni media palabra. Las bocas agradecidas del Partido Popular que se quedaron tras el ERE de 2013 seguirían ahí. Ciudadanos fue cómplice y votó junto al PP la ley.
  
Llegó el momento de nombrar a los componentes del Consejo de Administración, PP intentó vetar a los candidatos de PSOE y Podemos porque "eran cargos políticos": la directora de RTVE con Zapatero, Carmen Caffarel y una trabajadora despedida en el ERE, respectivamente. También vetó, junto con Ciudadanos, la presencia de UGT a pesar de cumplir con todos los requisitos establecidos en la nueva ley.

Así llegamos al día de hoy: ha pasado un año de las elecciones autonómicas y todo sigue igual en Telemadrid: la misma manipulación y sectarismo, la misma audiencia pírrica, el mismo despilfarro, los mismos enchufados y prácticamente los mismos directivos. El mismo desastre, pagado con dinero público, con dinero de todos. Y no tiene pinta de cambiar, al menos en lo esencial.

Agustín de Grado, director de Informativos de Telemadrid entre 2004 y 2016, celebrando el triunfo electoral de Esperanza Aguirre.

Mi conclusión es que no hay solución. Que todo es una mera fachada y que, una vez más, vuelven a intentar engañar a la gente con algo que no conduce a ningún sitio. Que no quieren reconocer que la plantilla de 861 personas fue injustamente despedida, porque no lo sienten así. Que quieren que Telemadrid cambie lo justo y necesario, para que nada cambie, porque no creen en ella. No saben lo que es una radiotelevisión pública al servicio de la gente: no entienden ese concepto. Porque no respetan nada que haga a los ciudadanos verdaderamente libres. Siguen con su demagogia barata de "prefiero un hospital público a una televisión pública", aunque tampoco crean en ese hospital público. Siguen y siguen. Todo sigue igual y no va a cambiar nada hasta que algún día salgan por la puerta y no regresen en mucho tiempo. Siento pena por la ciudadanía de Madrid y me avergüenzo de nosotros mismos, como pueblo. Ahora, cuando los trabajadores despedidos se manifiestan por algo justo y necesario para nosotros, miramos hacia otro lado. Ellos, que durante 20 años hicieron posible una radiotelevisión envidiada en todo el país y a nuestro servicio, estuviera quien estuviera en el Gobierno. Pero ahora mucha gente vuelve a estar "ilusionada", porque van a "despolitizar" Telemadrid. Nada más y nada menos. Qué pena y con qué poco nos conformamos los ciudadanos. Ojalá me equivoque.

Tres años y medio después de su despido, los trabajadores de Telemadrid vuelven a manifestarse, por un servicio público de información y entretenimiento para todos. A los que todavía tienen algo de conciencia social, pido que les apoyemos. Se lo merecen. 


Pablo Torres Yébenes

9 de abril de 2016