martes, 11 de marzo de 2014

Imposible de olvidar

Hoy es uno de esos días en los que no tengo nada de ganas de ir a clase. Anoche me acosté tarde y no me apetece levantarme. De pronto mi madre irrumpe en el bendito silencio de mi habitación y me dice que me levante. Pongo los pies en el suelo y me dirijo al baño. Asoñagado me dirijo al otro cuarto de baño, al de mis padres. Hace poco que nos hemos cambiado de casa y aún ando un poco desorientado. Me lavo la cara y me dirijo a la cocina, hay un vaso de leche con unas cuantas galletas al lado. "¿Qué día es hoy mami?"-le pregunto a mi madre mientras se prepara un café- "Creo que 11"- me responde ella.  Entonces miro al calendario que está al lado de la tele, y veo que es jueves . "Mierda, hoy había control de plástica"-pienso. De pronto aparece mi hermana y pregunta por mi padre. "Hace ya mucho rato que se fue...lo que no se es si se habrá acordado de coger las llaves del coche". Inmediatamente el recuerdo de mi memoria se para. No me acuerdo de más. Estábamos en esa calma aparente  de un día cualquiera en el que por momentos eramos ajenos a la barbarie que estaba cociendo mientras desayunábamos aquella mañana del 11 de Marzo de 2004. Lo siguiente que recuerdo, es la imagen de todos mis amigos y profes en el patio del recreo. Evidentemente, a esas horas ya se sabía lo que había ocurrido. Era un día nublado y seco y tenía a mi amigo Rubén al lado. Creo que en aquel momento no era plenamente consciente de lo que estaba ocurriendo. Ni siquiera sabía que mi propio padre se había salvado aquella mañana de un horrible destino. Una semana antes le salió un curro al que solo podía llegar en coche y dejó de coger ese tren por una semana. Bendito y desgraciado destino. A veces pienso que en que se basa el destino para elegir a unas personas y a otras no. Lo que si sé, es que la imagen de mis padres llorando desconsolados viendo las imágenes de los vagones destrozados de los trenes de Atocha aquel fatídico día no se me olvidará nunca. Probablemente estas palabras sean unas cuantas más en el mar de sentimientos e ideas que se han escrito sobre esa horrible jornada. Pero simplemente me gustaría que sirvieran para contribuir un poco más a que desgracias humanas como estas no vuelvan a ocurrir jamás. Hoy ya han pasado 10 años de aquello, pero las almas de las 192 personas que viajaban aquella mañana en los trenes del 11-M siguen en nuestra memoria, pero en la memoria ciudadana, no en la de los sinvergüenzas que desde el primer momento se limitaron a aprovecharse políticamente de ello,y a no dar explicaciones. Quizá podamos sacar algo positivo de esto, y es que, si hay una ocasión para que los seres humanos sean mejores, paradójicamente es esta,y es que gracias a ello, podemos hacernos una idea material de lo que podemos llegar a hacer por convicciones religiosas o políticas. Eso es el ser humano, el ser más imperfecto y despreciable del mundo, pero también el más increíble e impresionante que la Naturaleza haya podido crear jamás.



Pablo Torres


11/03/2014