miércoles, 2 de diciembre de 2015

Cosas de la edad


Decía Otto von Bismarck, fundador del Estado alemán moderno, que España era el país más fuerte del mundo: llevaba siglos queriendo destruirse a sí mismo y todavía no lo había conseguido. "El día que deje de intentarlo, volverá a ser la vanguardia del mundo", apostillaba el Canciller de Hierro, apodo que ostentó como consecuencia de su mano dura durante sus últimos años de mandato.
Bismarck tenía toda la razón. Nuestro país, ese piel de toro entre dos aguas, es demasiado complicado como para describirlo, políticamente hablando, en pocas palabras. Somos el resultado de un conjunto de casualidades que han desembocado un amalgama territorial donde han convivido culturas, religiones y etnias de todo tipo durante siglos. Nuestro país siempre ha estado maldito históricamente. Durante décadas, la máxima representación del poder demostró su odio hacia cualquier vestigio de diversidad cultural, y lo transmitió a sus ciudadanos, de tal manera que éste pasó a formar parte de la cultura popular y siendo aceptado y normalizado socialmente. No miento si digo que desde que tengo razón de ser, todo lo que en mi familia o círculo cercano se comentaba referente a Cataluña, País Vasco o cualquier otra nacionalidad histórica venía cargado implícitamente con un componente peyorativo. Pero nosotros, los españoles, que siempre hemos creído estar en posesión de la libertad de pensamiento, caímos en el juego de los poderosos. No es culpa nuestra, o quizá, no toda la culpa es nuestra. Ellos tienen armas para controlarnos mentalmente. Suena "orweliano", pero es así. Solucionar décadas y décadas de manipulación es una tarea demasiado complicada como para llevarse a cabo. 


Los representantes de los dos "bandos": arriba, Junqueras (ERC), Casals (ICV), Romeva (ICV), Forcadell (ERC-Presidenta del Parlament) y Artur Mas (CDC) en la firma del acuerdo de Junts Pel Sí.
Abajo, Miquel Iceta (PSC), Inés Arrimadas (C's) y Xavier G. Albiol (PP) en la firma conjunta de un recurso contra la resolución independentista en el Tribunal Constitucional.

Hoy, tenemos dos bloques enfrentados, con sus respectivas masas acompañándoles. Y los dos parecen estar orgullosos de ello. Unos dicen defender la unidad, otros la democracia. No quieren darse cuenta, por interés o por ignorancia, de que la solución no la tiene ninguno de los dos, prefieren seguir ensimismados en sus planteamientos. Los primeros, conformados por una pinza tripartita de color azul, naranja y roja pretenden "enamorar a los independentistas con un nuevo proyecto de España", pero sin embargo no quieren ni oír hablar de cambiar el modelo actual. "Federalismo" dicen al menos los de color rojo, mas no especifican de qué se trata ni si cambiará algo en lo sustancial salvo un par de líneas en la Constitución.  A los segundos les viene "de miedo" que los primeros estén en el gobierno: ello les asegurará siempre el triunfo y poder tapar con ello sus escandalosos casos de corrupción. Pero todos ellos, ensartados en una batalla propia de la Edad Media, siguen tirando cada uno para su lado. España no es una. España es Cataluña, País Vasco...etc. Y quienes sigan empeñados en no comprenderlo, observarán como sus ansias de unidad, por la fuerza y sin diálogo, alimentarán más y más el sentimiento nacionalista de estas regiones hasta que sea demasiado tarde. No es la primera vez que se menciona esta idea: José Antonio Ardanza, Lehendakari del Gobierno Vasco entre 1985 y 1999, la enunció hace ya tiempo: «Si ustedes aceptan que España no es una nación, sino un estado, pero que es plurinacional, y que el pacto entre naciones puede conformar una forma determinada de estado, podríamos empezar a entendernos». No puede estar más claro.

Primera página de la Constitución de 1978.

Muchos sostenemos que la Transición Española no fue un proceso precisamente ideal. Pero si algo podemos aprender de aquellos años es la apuesta por el dialogo, cuanto menos su escenificación. España ya no es la misma que la de los años setenta. Hemos cambiado. Debemos aceptar que nuestro régimen ha quedado obsoleto en todos los sentidos: a las pruebas me remito. Este país, si quiere sobrevivir a los próximos 30-40 años, tendrá que asumir una profunda reforma que cambie su concepción territorial y escuche sus diferentes realidades sociales y culturales. En política nada es imposible ni nada es inmutable. De lo contrario, nos convertiremos en un estado fallido, que no supo comprender su propia realidad. Solo los que, en el fondo, no quieren cambiar nada y dejar que todo siga desintegrándose, son los que entonan aquella vieja canción de Modestia Aparte: "Y qué más da, si son cosas de la edad". La resignación, desde luego, no es la vía. Ya lo hemos demostrado. En las circunstancias actuales, con una clase política con graves carencias democráticas y un pueblo mayoritariamente susceptible de ser manipulado, un proceso constituyente como el que he descrito es prácticamente imposible. Pero eso no quiere decir que en un futuro no demasiado lejano no podamos lograrlo. Costará tiempo y esfuerzo, pero merecerá la pena. 


Pablo Torres Yébenes

02-12-2015

martes, 13 de octubre de 2015

Crónica del 12 de octubre.

Felipe VI, la reina Letizia, Mariano Rajoy, Pedro Morenés (Defensa), Cristina Cifuentes y Manuela Carmena, ayer en el desfile del 12-O.

Madrid, 12 de octubre. La ciudad entera está engalanada para conmemorar, una vez más, el Día de la Fiesta Nacional. Ese que dicen que es el de todos los españoles. El Paseo del Prado está forrado de banderas rojigualdas. Cientos de policías y cuerpos de seguridad se despliegan por toda la calle: nada puede fallar. Los últimos viandantes llegan a las inmediaciones del epicentro. Algunos llevan horas esperando sin moverse del sitio. No quieren perder detalle de nada de lo que ocurra. Los niños preguntan a sus padres si lograrán verlo pasar. “Supongo que sí, hijo”, responden. Entonces, todo se pone en tensión. A lo lejos, se puede divisar un Rolls-Royce negro, rodeado de su séquito particular: la Guardia Real. “¡Ahí está, es él!”. El lujoso vehículo circula por la calle mientras recibe el júbilo de la gente. Se escuchan “vivas” al Rey. Hoy el protagonista es él. Su mujer y sus hijas también suscitan atención entre el público. Las señoras comentan el vestido de Letizia. Parece que les gusta. Ella siempre va elegante. Por fin llegan. Se bajan del coche. Les reciben Cristina, Manuela y Mariano. Reverencia. La familia completa los saluda. A lo lejos, Esperanza Aguirre observa la escena, entre el público. La cámara la enfoca. Su rostro refleja cierta envidia. En el fondo, le encantaría estar ahí, al lado de Felipe. No pudo ser. El monarca sigue saludando a cuanta persona se le acerca. Presidentes, alcaldes, diputados, invitados varios… Todos están allí. Bueno, todos no. Falta Pablo. “Estará picando piedra o dando de comer a los pobres”, espeta el ministro de Interior. Suena el himno, seguidamente, canciones militares. Todos se callan. Algunos se emocionan. De repente, los móviles explotan. Los grupos de WhatsApp entran en ebullición. “VIVA ESPAÑA, SEÑORES”, suelta uno. “VIVA LA TERCERA”, suelta otro. Banderitas de España de por medio. “¡Hoy se celebra un genocidio!”, dicen unos. “¡El Rey no hace nada!”, escriben otros. “¡Al Rey no lo votó nadie!”, “¡El Rey hace muchas cosas, lo que pasa es que no lo sabéis!”. Todos tratan de imponerse. Nadie escucha a nadie: se trata de dejar mal al contrario. Pasa media hora, parece que los ánimos están más calmados. La retransmisión por televisión termina. Ya nadie vuelve a tocar el tema. Todo vuelve a la normalidad. En el punto neurálgico, los líderes políticos hacen corrillo y parlotean. Manuela y Cristina charlan efusivamente. A lo mejor hasta se hacen amigas. Y eso que Manuela parecía un peligrosa y radical: quien lo diría. El sitio comienza a vaciarse. La gente acude a reponer fuerzas. El tráfico se reanuda poco a poco. Pasa la tarde. El día va cayendo y anochece. Ya ha acabado el 12 de octubre, otro más. Habrá que esperar 365 días para volver a repetir la misma secuencia de acontecimientos. Nada varía año tras año. Muchos se sienten contentos. La gente se va a dormir, mañana será otro día.





“La nación está dividida, mitad patriotas mitad traidores, y nadie puede diferenciarlos”

Mark Twain (1835-1910), escritor, orador y humorista estadounidense.



Pablo Torres Yébenes


13-10-2015

lunes, 28 de septiembre de 2015

¿Y ahora qué?



Anoche parecía que muchos tenían algo que celebrar. En varios idiomas y ante una multitud eufórica, Artur Mas clamaba a los cuatro vientos que habían ganado, tanto él como la democracia y el pueblo de Cataluña. No muy lejos de allí, Albert Rivera salía, con su delfín Inés Arrimadas, igual de eufórico que los independentistas, ante la prensa para anunciar que habían quedado segundos. “Campeones oe, oe, oe”, "yo soy español, español" y "España unida, jamás será vencida", son algunos de los cánticos que allí se recitaban. Pensarían seguramente que era una noche de ilusión y esperanza. Para mí, no. Estas dos últimas semanas hemos asistido a un lamentable espectáculo, propio de niños de colegio de primaria. Una competición para ver quien la tenía más grande, la bandera, y ver quién era el más patriota de todos. No importaba nada más que eso. Se trataba de convertir esto en una pelea de gallos y lo consiguieron. La corrupción, los recortes, la pobreza… nada de eso importaba ya. Todo consistía en tapar los problemas con una bandera. Daba igual cual fuera, la estelada o la rojigüalda. Había que sacarla a relucir, aunque fuera a empujones en el balcón de la plaza del Ayuntamiento de Barcelona. Pero nada de eso importa ya. Algunos quisieron convertir esto en un plebiscito y lo han conseguido. Los que se han quedado al margen de este debate y han preferido hablar de otros asuntos, se han llevado el batacazo de su historia. Y no es para menos. Anoche se consumó una fractura abismal, tejida durante años y años de martilleo. Pero no una fractura entre dos territorios, sino una fractura social. Fractura que costará mucho tiempo volver a cerrar. Y es que la palabra “patria” pesa tanto entre la gente… Ser patriota no es sacar tu bandera más grande y saberte de pe a pa los compases del himno de turno. Para mí, ser patriota es otra cosa mucho más grande. Es velar por el bienestar, la seguridad, los derechos y las libertades de todos y cada uno de los individuos de una nación. Es cuidar, preservar y querer la riqueza lingüística, nacional-territorial, cultural y patrimonial. Es respetar los valores democráticos y el respeto entre individuos diferentes entre sí. Nadie es más patriota que yo por llevar una bandera más grande. Pero la mayor parte de la gente piensa lo contrario. Casi nadie de nuestra clase política se acuerda de esto ya. Han conducido este asunto hacia un abismo y ya no se puede dar marcha atrás. Tantos unos como otros, quieren todo o nada. Muchos celebraban anoche que habían ganado. No se sabía exactamente el qué. Nadie sabe qué puede pasar, ni las consecuencias que esto puede tener. La gran pregunta que yo les haría a los que anoche celebraban algo es: ¿y ahora qué?


Pablo Torres Yébenes


28/09/2015

jueves, 24 de septiembre de 2015

Liberales de boquilla


Hoy me siento una persona con suerte. Suerte de no haber nacido 30 o 40 años antes. Probablemente, ahora tendría hijos que empezarían el cole estos días. No faltarían los libros de texto, por descontado. Ni siquiera uno de Historia, donde, en unos meses, ya a mitad de curso, aprenderían asombrados 3 hitos indiscutibles de la historia de España: Napoleón y su contribución a la Revolución Francesa, la Guerra Civil y Esperanza Aguirre. Si, habéis oído bien: Esperanza Aguirre, también. ¿Cómo nos íbamos a olvidar de la honrosa expresidenta de la Comunidad de Madrid, que tantos hospitales, eso sí, de gestión privada, ha construido? Por no hablar de esos heroicos contratos con la trama Gürtel, o su Sancho Panza particular, Francisco Granados, hoy viviendo en una maravillosa prisión que, casualidades de la vida, él mismo había inaugurado. Inolvidables también los millones que doña Esperanza redujo en Educación con ayuda de su aliada Lucía Figar, ni tampoco los 861 bolcheviques de Telemadrid que se fueron a su casa por negarse a aceptar la manipulación y el destrozo económico de la empresa. En fin, ¿qué vamos a decir de las hazañas políticas de Esperanza Aguirre mientras fue nuestra presidenta? Parece que sí se merece salir en los libros de texto de los niños, ¿no? O al menos eso han debido pensar los responsables de la editorial que se han atrevido a incluirla y destacarla como una auténtica diosa que trajo felicidad y prosperidad a los madrileños durante los 9 años que duró su mandato. Diera la sensación de que antes de ella desembarcara en la Puerta del Sol, tamayazo mediante, la Comunidad de Madrid era igual que un país del tercer mundo, con pobreza, marginación y analfabetismo cada dos pasos. Da igual que ya estuviera su partido gobernando cuando llegó, ella no aún estaba y punto. No se hable más. Por cierto, son 12 colegios los que construyó, y no 8 como dice el libro, según ella misma. Ay, esas erratas.

Esperanza Aguirre en Espejo Público (enero de 2015)
Ya que me he puesto a recordar a la lideresa, no puedo acabar sin recordar un hecho que dejé pasar en su momento y que ahora retomo. Hace unos meses, cuando Alexis Tsipras ganó las elecciones en Grecia, Aguirre fue invitada a Espejo Público, de Antena 3. Y doña Esperanza, siempre sin pelos en la lengua, no estaba dispuesta a permitir que el programa de Susanna Griso emitiera más de 1 minuto explicando la victoria de SYRIZA. Aprovechó este hecho para meterse de lleno con La Sexta, o “el programa de Pablo Iglesias”, como a ella le gusta llamarla. Acusó a la cadena verde de hacer propaganda de la coleta morada y de manipulación. Antonio García Ferreras, presentador de la tertulia “Al Rojo Vivo”, contestó a Aguirre calificándola de “liberal de boquilla” y recordó el cambio que sufrió Telemadrid durante su etapa de gobierno. Pero Esperanza, que siempre ha defendido a capa y espada la libertad de información y opinión, nunca estuvo de acuerdo con que una cadena obviara sus premisas e incluso informara más de la cuenta de las tropelías de su partido. Quería medios que, si no daban autobombo, al menos que se mantuvieran mínimamente en silencio ante lo que está y estaba pasando. La Sexta podrá ser parcial, pero es un medio privado y tiene todo el derecho del mundo a hacer lo que quiera, aunque me duela admitirlo. Pero Telemadrid la pagábamos todos: los seguidores de la expresidenta y los que no lo éramos. Claro que, para eso, Esperanza Aguirre ya no es liberal. Y es que parece que todos lo somos hasta que nos tocan lo nuestro. O al menos, eso  ha demostrado, queriendo o sin querer, doña Esperanza Aguirre.



Pablo Torres Yébenes
24/09/2015

lunes, 17 de agosto de 2015

La doble vara de medir de los medios.

Cuando a finales de mayo, los principales ayuntamientos del país quedaban en manos de nuevas formaciones políticas diferentes a las tradicionales, estaba convencido de que los poderes mediáticos no se iban a quedar de brazos cruzados. Y como de costumbre, el famoso “Cuarto Poder” no dudó en reaccionar ante ello: nada sorprendente. Hace unos días, me dio por encender la televisión. Vi con estupefacción el informativo de Telecinco. Dedicaron casi un cuarto de hora del espacio a hablar sobre la decisión de algunos alcaldes, como el de Santiago de Compostela (Compostela Abierta), de no acudir a actos religiosos, coincidiendo además con el día de Galicia. Cambié de canal: lo mismo con Antena 3. Minutos y minutos hablando de la “descarada” decisión de estos ediles. Todo ello adornado con palabras medidas y otorgando al espectador una, cada vez menos creíble, sensación de veracidad. No quise seguir haciendo zapping: suficiente. Hoy mismo, Antena 3 ha dedicado un trozo importante de “Espejo Público” a hablar sobre la osadía de Manuela Carmena. Y resulta que la Alcaldesa de Madrid "se ha atrevido" a cogerse unos días vacaciones y no ha podido asistir a la Fiesta de la Paloma, que se celebra estos días. En su lugar ha acudido la primera teniente de alcalde Marta Higueras. El programa ha contado con una tropa de tertulianos que han criticado duramente en su mayoría que Carmena haya decidido no asistir a misa. Permítanme recordarles que el artículo 16.3 de la Constitución de 1978, esa que defienden a capa y espada de los terribles bolivarianos, define a España como un país sin religión oficial. Cito textualmente: «Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones». Pero claro, hasta para quienes no han entendido, o no quieren entender, que este país ya no tiene necesidad de vivir bajo el yugo de la Iglesia Católica, la Carta Magna vuelve a contradecirles una vez más. Ellos lo saben, pero parecen silenciarlo. Paradójicamente, el programa ha desatado en Twitter una ola de comentarios contra la temática a la que han dedicado hoy gran parte del programa. Y es que, aparentemente, nos encontramos ante a una estrategia de acoso y derribo como nunca antes habíamos visto. Si no, no se encuentra otra explicación ante tal comportamiento de los medios de comunicación. La reflexión es la de siempre, sin sobresaltos. Que los intereses del duopolio Atresmedia-Mediaset están orientados hacia el poder económico-político, es algo demasiado obvio. Todas estas informaciones dejan cada vez más al descubierto la verdadera cara de la moneda. Cada vez resulta más fácil darse cuenta de ello. Basta con repasar los telediarios de los últimos siete días. Nada parece ser casualidad en televisión o radio, ni siquiera en los programas informativos. Entonces, ¿por qué (casi) todos los medios abren con estos titulares? La respuesta parece evidente. Que cada uno juzgue por sí mismo: a las pruebas me remito.

viernes, 24 de julio de 2015

Ya lo dijo Groucho Marx...

Ignacio Aguado (C's Madrid) y Cristina Cifuentes (PP de Madrid)

Querido lector, permítame que hoy me desahogue por estas líneas y exprese mi momentáneo cabreo. Cuando por aquellos días de febrero y marzo,  los Ciudadanos estaban en su máximo apogeo,  lo entendí como algo legítimo y guardé silencio. Mayo significaba la esperanza para muchos trabajadores de los defenestrados medios públicos, y en mi caso particular, Telemadrid. No hace falta que recuerde el defenestramiento y la humillación a la que han sido arrastrados como consecuencia de la gestión del Partido Popular de Madrid en los últimos 13 años (a las entrevistas que he hecho me remito). Pese a todo, dentro de mí había algo de esperanza en que ninguna de las fuerzas políticas opositoras apoyaran la continuidad de los populares, al menos en nuestra comunidad, simplemente por una cuestión de regeneración y levantamiento de alfombras: una vez más, iluso de mí. Sin embargo, sabía, por mera evidencia, que ese acuerdo era inminente. Y llegó el día 24 y me dio la razón. Lo cierto, es que me hubiera encantado no acertar en esta ocasión. Aquella noche, nada más acabar el escrutinio de los votos, y en medio de una vorágine de euforia y, a la vez desilusión, mi primer pensamiento fue para los trabajadores de Telemadrid y Onda Madrid, que ansiaban un cambio en el gobierno, y con él, la esperanza de recuperar sus puestos de trabajo. Por un momento, pensé que todo aquello, toda esa lucha que me relataron cuando acudí al local de TMEX (el proyecto televisivo en la red que algunos de ellos están llevando a cabo), no había servido para nada. Y Cifuentes ganó, aunque necesitaba un “apoyo” para gobernar. Y ahí estaban, una vez más, los Ciudadanos, dispuestos a conversar sin ningún tipo de complejos con ella para “llegar a un acuerdo de investidura”. Y  todo a pesar de las sospechas sobre la imputación de algún diputado del grupo parlamentario popular en la Asamblea de Madrid. Pero los Ciudadanos, que tenían, a mi juicio, motivos suficientes para no atreverse a votar “si” al continuismo, me dieron la razón y pactaron con los populares. En ese sentido, el Ciudadano portavoz, Ignacio Aguado, no escatimó en insistencia a la hora de asegurar que al día siguiente de la investidura de Cifuentes, estarían haciendo una firme oposición. Los días pasaron, y había un asunto pendiente que tratar: qué demonios hacer con Telemadrid. En el acuerdo alcanzado, había un punto que trataba sobre su “despolitización”. Y… ¡sorpresa! Según el PP y sus Ciudadanos socios, el cambio de la ley de creación era condición sine qua non cambiar la ley de creación del ente público, ahora que, casualidades de la vida, el Partido Socialista y Podemos iban a tener mayoría absoluta en el consejo de administración. Este órgano se encarga de tomar las principales decisiones de la empresa, en este caso, la readmisión de los 861 trabajadores despedidos en el ERE de 2013. Pero para populares y naranjas, constituir un nuevo consejo era absurdo, ya que se iba a proceder al nombramiento de uno nuevo tras el cambio de ley. Un nuevo órgano rector nombrado por instituciones “imparciales”. “La Academia de la Televisión, por ejemplo”-decían.  La misma que premio al actual director general y uno de los principales responsables de la “liquidación” del canal: Ángel M. Vizcaíno. No es por ser aguafiestas, pero, ¿este es el modelo a seguir y la regeneración recogidos en ese acuerdo de gobierno? No puedo evitar manifestar que el asunto me huele mal. De momento, parece que no habrá ni cambio, ni readmisión, ni despolitización ni nada de eso, al menos hasta después de las elecciones generales. Nos han engañado tanto tantas veces, que resulta imposible no mantenerse escéptico. Y de verdad, que me gustaría poder creer que hay voluntad real de recuperar este servicio público tan necesario para la sociedad. Nos queda esa famosa frase de Groucho Marx: “me gustan mis errores, no quiero renunciar a la deliciosa posibilidad de equivocarme”. Ojalá en unos meses, me tuviera que tragar estas palabras. Lo agradecería yo, y todos los madrileños. Y los 800 y pico de Telemadrid, que nadie lo olvide.


Pablo Torres Yébenes


24/07/2015

domingo, 21 de junio de 2015

Entrevista a Xelo Miralles (histórica periodista de Canal 9): « "Sin periodismo no hay democracia" no debe ser sólo una frase hecha».




Xelo Miralles, mítica periodista de Canal 9, en sus inicios en la cadena autonómica. (1989)



Xelo Miralles, es de esas personas cuyo compromiso no se olvida fácilmente. Nunca la conocí en pantalla, (por razones evidentes de edad y distancia) pero mi intuición me dice que no fue una periodista cualquiera. Ella formaba parte del primer medio millar de trabajadores con los que contó Canal 9. Corría el otoño de 1989 y en un secarral a las afueras de Burjassot (Valencia), comenzaba a forjarse una aventura tan apasionante como complicada. La idea la tuvo el entonces President Joan Lerma, convencido de que la Comunitat Valenciana necesitaba forjar su identidad y personalidad. Para ello, no dudó en fijarse en el ejemplo de su homólogo vasco, Carlos Garaikoetxea, el primer mandatario que se atrevió a abrir una televisión autonómica en nuestro país, 7 años antes que Lerma. A principios de septiembre de 1989, los pocos espectadores que tenían sintonizada la frecuencia de Canal 9, pudieron ver un rostro joven y veinteañero informando sobre la gota fría que pasaba por Alicante en aquellas fechas. El 9 de octubre, fue la inauguración oficial y se la pudo volver a ver en pantalla, presentando el informativo Noticies Nou. A partir de ahí, todo siguió su curso…

El año pasado, Xelo tuvo la amabilidad de contestarme a unas preguntas sobre su paso por la tele pública valenciana. Guarda un excelente recuerdo del primer día y la expectativas puestas en el proyecto: Aquel día, después de meses de números cero (en pruebas), se hizo realidad una reivindicación de décadas. Los valencianos íbamos a tener un medio de comunicación público encargado de divulgar y normalizar nuestra lengua, perseguida durante centenares de años. (Desde que Felipe V que aboliera nuestros fueros). Por fin íbamos a ser un pueblo, una sociedad normal. Evidentemente, sentía una gran responsabilidad porque aquel primer día miles de personas iban a estar pendientes de la televisión. Mi misión principal a aquel día, y la de mis compañeros y compañeras, era mostrar una imagen de normalidad y de profesionalidad. Canal 9 iba a estar presente no todos los rincones de nuestra geografía sino también en los principales escenarios mundiales donde hubiera cosas que contar. Lo conseguimos.

Xelo relata el entusiasmo vivido en Burjassot tras el informativo: De puertas adentro, el mejor momento fue regresar a la redacción y que todo el equipo (periodistas, operadores de cámara, lingüistas) aplaudiera emocionado. El éxito era compartido y la criatura empezaba a andar con buen pie. 
 
"Noticies 9", fue el informativo de la tele pública valenciana desde sus inicios hasta su cierre en 2013.
Los primeros años de funcionamiento fueron tan complicados como apasionantes y un reto diario. Xelo da fe de ello: En una primera fase, hasta bien entrados los años 90, la sociedad valenciana sentía como suyo aquel medio. Nos estrenamos casi con la caída del Muro de Berlín, intervinimos en la famosa Batalla del Desierto, con la invasión de Kuwait y la primera guerra televisada, la Perestroika de Gorbachov…etc. Noticiones que supusieron la consolidación de aquel Canal 9. Los valencianos conocían de primera mano lo que ocurría en el mundo contado desde nuestra perspectiva y en valenciano. Sin dejar de lado nuestras tradiciones, nuestra cultura, nuestra política. Incluso uno de los programas más criticados, el Show de Monleón, se siente ahora como un espacio de entretenimiento de calidad que sirvió para fidelizar a una parte de la audiencia. La conexión con los espectadores se reflejaba en los altos niveles de audiencia registrados en aquellos primeros años. La media de la cadena superaba el 20 % con picos de más del 40% del share. La plantilla no llegaba a los 700 trabajadores y en el departamento de informativos la cifra se acercaba a 70. El trabajo se hacía de forma profesional y todavía no existían vicios incurables. Es evidente que si hay que destacar alguna cosa de aquellos primeros años es una relación de más amor que odio con la sociedad valenciana.


"El show de Joan Monleón" fue uno de los programas de más éxito en los inicios  de Canal 9.


La veterana periodista admite que no todo fue un camino de rosas en aquellos primeros años: Durante la época Lerma (1989-1995) se hizo un  fallo enorme, no optar por una programación  televisiva cien por cien en valenciano como exigía la ley de creación del ente público. Supongo que se tuvo miedo al rechazo por culpa de la politización de la lengua y se perdió un tiempo de oro para conseguir su normalización. Había listas que prohibían el uso de ciertas palabras que sonaban demasiado a catalán, porque todos los que participamos en el nacimiento de Canal 9 compartíamos la necesaria función normalizadora del valenciano des de un medio de comunicación público, la necesidad de vertebrarlo el territorio a través de una información objetiva y la belleza de informar.  

La gestión del ente púbico durante esa etapa fue, para Xelo, correcta: muestra de ello es que la deuda económica en los primeros años se situó en 32 millones de euros, una miseria si la comparamos con la que tenía que llegar. ―afirma.

 
Eduardo Zaplana (PP) y Vicente González Lizondo (Unió Valenciana), protagonistas del "pacto del pollo".

Las cosas cambiaron cuando el famoso Pacto del Pollo con la centroderechista y blavera Unió Valenciana alzó como Presidente de la Generalitat al popular Eduardo Zaplana: Él fue muy inteligente. Con aquel acuerdo y la asunción de sus principios lingüísticos borró del mapa a los regionalistas e inició un período horroroso de mayorías absolutas. Los profesionales que arrancamos las emisiones fuimos apartados poco a poco de nuestros puestos de trabajo y se empezó el sobredimensionamiento de la plantilla. Con cada nuevo President de la Generalitat se duplicó la plantilla anterior, y eso que durante 20 años ha gobernado el PP. Muchas familias enfrentadas entre sí y muchos favores debidos. Si en origen no superábamos las 700 personas, llegamos en los últimos años a los 1,800.

La periodista niega que las televisiones autonómicas tengan más empleados que otras cadenas privadas nacionales: es mentira que fuéramos más personal que Antena 3 y Telecinco juntas. Una retahíla que el PP se ha encargado de prodigar por activa y pasiva para justificar el cierre de RTVV.

Xelo critica muy duramente la gestión de ejecutivo de Zaplana en Canal 9: El principal problema, u otro problema añadido mejor dicho, fue la decisión de Zaplana de permitir que Radiotelevisió Valenciana pudiera endeudarse más allá del presupuesto destinado por el gobierno autonómico, motivo por el cual se generó una deuda financiera de 1.300 millones de euros que tendremos que devolver hasta 2017, a 100 millones de euros por año. 

La manipulación era una constante, según ella: La mano ejecutora de Zaplana era Jesús Sánchez Carrascosa. Con él se inició también la descarada manipulación informativa que ha caracterizado a RTVV. Canal 9 y Ràdio 9 se convirtieron en el gabinete de prensa de la Generalitat o más bien en una Conselleria dedicada a la manipulación y la corrupción. Con Zaplana se ponen los cimientos con Camps se abre el telón.

Se pusieron en marcha diversas medidas para llevar a cabo el plan. Xelo lo cuenta con detalle: A partir de 1995, con la llegada al gobierno del PP, las cosas cambiaron pero a mí, personalmente, me tocó el gordo de la lotería. Me retiraron de malas maneras de los informativos y fuí trasladada-aislada al Programa Medi Ambient, dedicado a la divulgación de temas medioambientales. Fue muy famosa la creación de un equipo de seguimiento institucional que tenía la obligación de sacar el perfil bueno de Eduardo Zaplana

 
"Tómbola" fue el primer debate del mundo rosa y pionero del fenómeno de la "telebasura". Proporcionaba audiencias millonarias a Canal 9 y a la FORTA. Estuvo en antena desde 1997 a 2004.
De cara a la galería, con Carrascosa de director, se creó el primer comité de redacción en una televisión española. Lo fueron dinamitando con amenazas a los profesionales de la redacción que quisieron participar en sus votaciones o en la selección de sus componentes. Se creó, además, un sindicato de empresa, dirigido por Vicente Sanz, responsable de Relaciones Laborales procesado por acoso y abusos sexuales a tres periodistas, con el fin de acallar las voces de los que sí protestaron y mucho: El Comité de Redacción y el Comité de Empresa.  También están los informes de la representación sindical de aquellos años, están en internet. En las elecciones sindicales siempre han ganado los sindicatos de izquierdas. El Comité de Redacción llegó a enviar una carta diaria durante un año a Zaplana denunciando la manipulación. Nunca obtuvieron respuesta.

Una de las medidas que la nueva directiva tomó, fue la creación de un segundo canal: Paralelamente se realizó un control absoluto de los contenidos de la programación en Canal 9, el principal, y se suavizó la mano dura en el segundo Canal, Punt 2, destino de la mayoría de profesionales molestos. Un auténtico linchamiento. De hecho, se crea para tenernos ocupados y aislados. En esos momentos no podían expulsar a centenares de trabajadores con oposición. Punt 2 se convirtió en un receptáculo de cuota, cuota de valenciano y cuota de información un poco más crítica. Nunca se promocionó Punt 2 porque no tenían ningún interés en él; además hubiera sido escandaloso que su audiencia hubiera superado la del canal principal. A pesar de ello, en algún momento, la audiencia de Punt 2 llegó a superar la de, por ejemplo, los informativos.

 
Logotipo del segundo canal de TVV, Punt 2. (1997)
Las consecuencias de aquella gestión, fueron evidentes: Durante años hemos asistido a un espectáculo de manipulación y corrupción sin precedentes. Se inventaba la realidad en la que vivíamos, se creó un mundo Disney absolutamente apartado del día a día de la sociedad valenciana. Los valencianos y valencianas alejados de la imagen que ofrecía Canal 9, hartos del reflejo vergonzoso que ofrecía aquel espejo, llevaron a cabo una protesta silenciosa, cambiar de canal.  Evidentemente, no se emitió ninguna información cuando saltó el escándalo de los trajes de Camps ni nada que pudiera perjudicar al gobierno de turno. Las audiencias se precipitaron a la baja hasta llegar al 3% de los últimos meses de existencia. Progresivamente, primero como consecuencia del intento de privatización de Canal 9 que frenaron los tribunales y segundo porque se inició la política del despilfarro, de pagar cantidades irreverentes de dinero por programas de poca calidad con el único objetivo, supuesto, de enriquecer a los amigos. En fase instrucción judicial en estos momentos.
Otros casos escandalosos fueron: la visita del Papa en 2006 y la compra de pantallas de vídeo por cantidades ingentes de dinero, la compra a Triskel por 700.000 euros de tres reportajes contra Garzón, Rubalcaba y  los GAL, la subvención millonaria y a escondidas de equipos de futbol, los contratos millonarios con Alba Adriática, de José Luis Moreno, por programas que no ve nadie o que cuestan cuatro pesetas, La cesión de la red de emisores de RTVV a dos televisiones autonómicas privadas y amigas, a cambio de publicidad, los pagos a colaboradores de Madrid que ni hablan ni conocen el valenciano ni de pasada…etc. En fin un cúmulo de despropósitos que ahora se están investigando judicialmente.



Protesta de los trabajadores de RTVV en contra del ERE. (2012)

Pese a todo, Xelo se siente orgullosa de haber trabajado en aquel medio: El balance es  positivo. Para mí, haber trabajado en Canal 9 lo ha supuesto todo. Tenía recién cumplidos 24 años, por tanto la mitad de mi vida ha transcurrido en el Centro de Programas de Burjassot. He tenido la suerte de trabajar con los mejores profesionales y aprender un oficio que me ha dado más satisfacciones que disgustos. El programa que presenté durante 14 años, Medi Ambient, se convirtió en el programa más premiado de la cadena y en el espacio menos valorado por los gestores de la cadena. Un programa cien por cien en valenciano, donde se ha vertebrado el territorio, los habitantes del norte sabían lo que hacían los del sur, y los del este se enamoraban de la belleza del oeste. Diferente espacio físico,  geográfico, cultural, lingüístico... Medi Ambient elevó al rango de importantes a ciertos sectores minoritarios de la sociedad valenciana, desde ecologistas, naturalistas, asociaciones culturales o universidades. Quedan las imágenes de una calidad nada envidiable en un archivo audiovisual de futuro incierto en una situación actual de empresa en liquidación. Estoy muy orgullosa de mi etapa en Medi Ambient. Y como no de ser la primera persona que dijo “Bon dia a tots, benvinguts a Canal 9, la seua televisió”.


Sede de RTVV en Burjassot (Valencia), cerrada a cal y canto desde noviembre de 2013.


No duda en romper una lanza a favor de la radiotelevisión pública: La ciudadanía tiene derecho a tener una información veraz, plural e independiente. Una empresa privada está preocupada por cuestiones económicas. Es lógico. Las influencias por tanto son mayores. Un medio de comunicación público es un servicio público, exactamente igual que una escuela o un hospital debe de estar sufragado por la Administración porque su objetivo no es ganar dinero sino informar, entretener y educar a la sociedad. Tampoco debe  perder dinero, por la gestión tiene que ser coherente y el objetivo debe de estar muy claro. Existen modelos de control en otros medios públicos que deben ponerse en práctica en la televisión y la Radio para que la sociedad recuperare la confianza en lo público. Si colaboramos en la formación de ciudadanos críticos, con argumentos y con opinión, colaboramos en un modelo de sociedad democrático y moderno. Capaz de valorar y exigir ante las promesas de nuestros políticos y gobernantes. Además de participar en una sociedad más solidaria y tolerante. Los medios de comunicación públicos ayudan a tener una población votante madura que sabe qué futuro quiere y cómo conseguirlo.

Xelo habla sobre la situación de los medios de comunicación en la actualidad: Vivimos un momento en que los canales de distribución de la información son casi infinitos. Pero el exceso genera desinformación, a parte de la gran parte de la población que queda apartada del debate porque no tiene acceso. Escuchamos, leemos o seguimos en las redes sólo a aquellos que piensan como nosotros. Estamos llegando a una situación peligrosa. Quien no es como yo queda bloqueado. Quien no tiene acceso a las redes no existe. Necesitamos un medio de comunicación público que nos ofrezca información de interés general, plural y no condicionada por intereses privados o políticos. Los medios de comunicación públicos deben esforzarse para cambiar una realidad informativa cada día más cercana a la propaganda, dominada por gabinetes de prensa, expertos en comunicación de masa, politógos, sociólogos. Debemos actuar como freno a la manipulación de gustos y pensamientos. Alguien debe poner coherencia en este escenario y pienso que un medio de comunicación público, dirigido a ofrecer un servicio público es imprescindible. De la misma manera que el Gobierno ha destruido la educación pública o la sanidad, de gran calidad en España, está destruyendo los medios de comunicación públicos. Y más si son en lengua propia. Los que nos gobiernan odian el estado de autonómico, renuncian voluntariamente y de buen grado a nuestra rica diversidad y nos llevan a  un centralismo de control absoluto.


Manifestación de los trabajadores de RTVV.

Sobre la falta de democracia que refleja la utilización partidista de los medios públicos, Miralles es tajante: Es evidente. Tenemos la sensación de vivir en una falsa democracia. Los escándalos de corrupción que nos bombardean diariamente nos han llevado a la   desconfianza total en la política y en el sistema. Y el uso interesado de los medios de comunicación públicos ha colaborado en esta realidad. Lo estamos ahora viendo en TVE. Su situación es dramática. Los profesionales ya no saben como abrirnos los ojos, pero no reaccionamos suficientemente porque no somos conscientes de la importancia de estar bien informados. Creo que hace falta también mucha educación en ese sentido y explicar que sin periodismo no hay democracia no es una frase hecha. Hay que fiscalizar al poder y no dejar que el poder nos tape la boca y los ojos. Un ejemplo del poder de los medios es el reportaje de Jordi Évole en Salvados dedicado al accidente del metro de Valencia.. Después de años de olvido, llegó una cámara y un profesional dispuesto a hacer su trabajo y cambió la realidad. Abrió los ojos a centenares de personas que no creían lo que veían. Como mínimo dio esperanzas a la Asociación de Víctimas del Metro. Si lo puede hacer una televisión privada, ¿cómo no lo va a hacer una pública?. Es su obligación. No puede volver a pasar nunca más lo que ocurrió en RTVV.  Y no creo que ocurra. Ha sido una lección muy dura para todos. Si fueron capaces de cerrar, en forma de golpe de estado, un medio de comunicación de qué no serán capaces. Es una vergüenza y un ataque a la democracia.

Muchísimas gracias a Xelo Miralles por haberse explayado tanto en esta entrevista. Ha sido un honor. Nos vemos en otra.

Pablo Torres Yébenes
21/06/2015

domingo, 5 de abril de 2015

Carta al ciudadano de a pie.

Querido/a (inserte aquí su nombre):

Enhorabuena. Ahora puede ir salir a la calle y no correr ningún tipo de peligro. Si se encuentra con alguna clase de manifestación, de esas que organizan los perroflautas, puede estar tranquilo. Ahora, los que osan protestar se lo pensarán dos veces antes de recorrer una calle gritando consignas y sosteniendo pancartas ridículas. Eso sí, que a nadie se le ocurra grabar la intervención policial que ello origine, ya que de lo contrario, puede ir usted desembolsando una pizquilla sin importancia, 30.000€ de nada. Y es que, en nuestro sistema democrático, todo el mundo puede manifestarse. Pero eso sí, mejor cada uno en su casa y sin hacer demasiado ruido. Así nos ahorramos absurdos reportajes televisivos, críticas, pruebas de diversa índole o cualquier otro instrumento social que ponga en duda este sistema. Insisto, no se preocupe. Siempre quedará algún periodista incómodo, de esos que les gusta tocar las narices en las tertulias, informar con "demasiada" veracidad o atreverse incluso a cuestionar nuestra indiscutible gestión, pero ya hemos mostrado nuestra disconformidad con ello y pronto será apartado, trabaje en medios públicos o de propiedad privada. Desde este momento puede sentirse verdaderamente orgulloso de su país, ningún personajillo incómodo volverá a contrarrestar nuestros argumentos, ni siquiera por Twitter, faltaría más.

Pero no se olvide, que aún queda trabajo por hacer. Debemos convencer a todo el que se deje, que confirmarnos en el poder en las próximas elecciones, (a nosotros y/o a algunos de nuestros primos) no es una opción tan mala como esos perroflautas quieren hacernos creer. Al fin y al cabo, ya ha empezado la recuperación, y habrá gente que incluso se podrá volver a permitir comprar a sus hijos todos los libros de texto, con un sustancioso sueldo, en el muy mejor de los casos, de unos 1000 euros. ¿De qué se quejan entonces? Son unos auténticos desagradecidos.  ¡Con lo que hemos luchado por mantener estable la prima de riesgo y tener  tranquilos a los mercados! Ellos sí que saben reconocer nuestro trabajo. En fin, que le voy a contar a usted que no sepa. Nuestro deber es luchar contra viento y marea para preservar la patria. Mucho fútbol, mucho programa del corazón, y nada de leer libros ni tonterías perroflauteras. Así, saldremos de ésta. No lo dude.


Un saludo.
El poder. 

Pablo Torres Yébenes
05/04/2015

domingo, 1 de marzo de 2015

Genar Martí (ex-trabajador de Canal 9): «No podíamos hablar sobre determinados temas que "incomodaban" a la dirección».

FOTO: Genar Martí (Twitter)
Genar Martí  comenzó a trabajar en la radiotelevisión  pública valenciana hace ya más de dos décadas.  Formaba parte de la  plantilla de periodistas de la cadena, donde se forjó especialmente como periodista de investigación. Uno de sus últimos programas en Canal 9 fue “Societat Anónima”, programa de periodismo callejero, de notable éxito pese a la mala imagen que tenía la radiodifusora de la Comunidad Valenciana.  Su rostro fue lo último que apareció en pantalla aquel 29 de noviembre de 2013, cuando la emisión de Canal 9 fue cortada de manera forzosa. A pocos meses de las elecciones autonómicas, que previsiblemente y según las encuestas, podrían cambiar por completo el panorama político español, Genar no oculta su deseo y convicción de que RTVV vuelva al aire algún día. Charlé con él hace ya algunos meses vía e-mail sobre su paso por allí. Le doy las gracias, con retraso, por esta entrevista. Aquí está. 


La manipulación de RTVV era algunas veces más, otras menos, palpable cuando alguien sintonizaba la emisora, ¿Te era difícil trabajar en RTVV ante tal situación?

Ha sido difícil y te hablo por ejemplo de los últimos 4 años, de mi etapa en el programa de reportajes de actualidad "Societat Anònima". Han sido los años duros de la crisis, de los problemas económicos para muchas familias... Siempre intentamos hacer programas que reflejaran esta época, programas sobre los parados, la banca, la pobreza ... Temas que a la dirección le incomodaban, no le parecía bien que se hicieran. Les interesaban los temas intrascendentes, curiosidades, cuando la sociedad lo está pasando realmente mal. Al final pudimos hacer muchos temas pero no todos los que nos hubiera gustado, porque pienso que hubieran sido capaces de cargarse el programa. Además había temas políticos, de corrupción, que directamente ni se planteaban porque desde la dirección de informativos se vetaban. De hecho, los informativos trataron de manera vergonzosa todo el caso Gürtel, desde el juicio de Camps hasta las imputaciones en cascada de decenas de cargos del PP. Por ejemplo, no hablabamos de “suborn” que es como se dice “coecho” en valenciano, sino que se utilizaba una palabra en castellano porque mucha gente no sabe que significa en lugar de utilizar su equivalente en valenciano. Es un ejemplo de manipulación burda de tantos que propiciaron la huída de la audiencia. Por una parte, estoy contento de haber podido retratar estos últimos años la crisis salvaje en el programa "Societat Anònima" pero por otro sé que podíamos haber profundizado más y tocado temas que eran portada en todos los medios y que los responsables de Informativos de RTVV se han encargado de parar, torpedear y esconder a los ciudadanos.    

¿Qué ha supuesto para ti el haber trabajado en  RTVV  profesionalmente hablando? ¿Y para los valencianos, en conjunto?
 
Yo empecé en Onda Cero pero fue en Radio 9 primero y en Canal 9 después donde me formé verdaderamente como periodista. Los medios que tenía RTVV permitían estar a la altura del resto de televisiones, de cubrir noticias importantes en la Comunidad Valenciana, España o en el exterior prácticamente en igualdad de condiciones y poder hacerlo en valenciano, mi lengua materna. He podido especializarme en periodismo de investigación, destapar estafas, fraudes. Trabajo de servicio público que cuando lo hemos hecho bien, hemos tenido el reconocimiento de la audiencia, y ello te hacía sentir útil y orgulloso de tu trabajo. Pero es cierto que a medida que pasaron los años eso se fue perdiendo por culpa de la manipulación informativa y de la realidad paralela que contaba RTVV. Por esa razón, en los últimos tiempos mucha gente rechazaba participar en nuestros programas y eso como profesional te dolía. Ver como trataban a algunos compañeros en determinadas situaciones por culpa de la línea informativa que marcaban los directivos que no salían del despacho y que no aceptaban contar las cosas como son. Para los valencianos RTVV supuso un medio que contaba lo que pasaba en sus pueblos, en sus ciudades, en valenciano, nuestras tradiciones, fiestas... Permitió que los valencianos se conocieran, vertebraba la autonomía, pero sobre todo ayudaba a la normalización de la lengua y ahora se ha visto que sin RTVV hay un vacío informativo que los valencianos demandan que se vuelva a cubrir y el uso del valenciano retrocede peligrosamente.

¿Qué falló, a tu juicio,  en la gestión de Radiotelevisió Valenciana para que la situación llagara a ese punto?

Han fallado muchas cosas. La principal, nombrar directamente a políticos o jefes de gabinete de Presidència de la Generalitat como responsables de informativos. No dejar a los profesionales gestionar la información. Las puertas giratorias han sido escandalosas en RTVV. Pedro García, de jefe de gabinete de Camps a Director General de RTVV;  Lola Johnson de directora de Informativos a Consellera de Cultura y portavoz del Consell con Camps. Son solo dos ejemplos pero hay muchos más. Eso da una idea de para qué los nombraban y resulta evidente que su cometido era manipular descaradamente. Todo ello después de la corrupción que ha habido y que ha permitido que se hayan despilfarrado millones de euros o incluso que presuntamente se hayan robado como se está investigando en los juzgados. La visita del Papa es el mayor ejemplo. Otro elemento que falló, fue la inexistencia de unidad total por parte de los trabajadores para denunciar la situación. Y por último que la sociedad ha sido un reflejo de los años en los que todo iba de maravilla, Camps ganaba por mayoría absoluta a pesar de estar imputado, y las denuncias de los sindicatos de RTVV apenas encontraban eco en los medios de comunicación y mucho menos entre los valencianos que estaban en otras cosas.

Desde tu punto de vista, ¿El uso que el poder político ha hecho y hace de las teles públicas refleja un déficit democrático en nuestro país?
 Totalmente. No se puede permitir lo que ha pasado y se sigue haciendo sin ningún miramiento y no pasa nada. Ahora mismo tenemos un ejemplo, el PP nombró a José Antonio Sánchez como presidente de RTVE. Él ya ocupó este cargo con Aznar como presidente del Gobierno y con Urdaci como jefe de Informativos. Aunque sólo fuera por estética no deberían atreverse a proponerlo, pero lo hacen y la verdad, es de juzgado de guardia. Hasta que se acuerde que la gestión de las televisiones públicas se haga por profesionales y bajo criterios exclusivamente periodísticos, el déficit democrático será evidente. Y sobre déficit democrático también tenemos el ejemplo de cómo se produjo el cierre de RTVV. Sin respetar el consenso de su creación, modificando leyes con nocturnidad y alevosía, sin respetar una sentencia del TSJCV que declaraba nulo el ERE planteado por la Generalitat... Alberto Fabra decide cerrar RTVV haciendo demagogia, diciendo que tele o colegios y hospitales, manipulando como ya nos tenía acostumbrados el Partido Popular en la radio y televisión públicas.

¿Qué le dirías a la gente que dice que una televisión pública no sirve para nada? ¿Crees que es posible volver a poner en marcha RTVV?

La televisión pública es necesaria, siempre que sea independiente, no se mueva por criterios puros y duros de audiencia, de voz a la gente que no saldría nunca en otras televisiones y además en el caso de RTVV principalmente, por el uso del valenciano, en clara minoría en el panorama audiovisual de la Comunidad Valenciana. Creo que es posible que haya una nueva RTVV y estoy convencido de que la habrá. La sociedad valenciana la está reivindicando, ahí están las 90.000 firmas recogidas por la Iniciativa Legislativa Popular y en el caso de que se produzca un cambio en la Generalitat está el compromiso de los partidos de la oposición.

Para finalizar, os incluyo uno de los últimos reportajes de "Societat Anónima" en el que Genar participó sobre el cierre de la compañía. No tiene desperdicio. 

Pablo Torres Yébenes
01/03/2015