Ha
llovido demasiado desde que se hizo esa foto. Corrían los años 90, y la bonanza
económica propiciada por las políticas del presidente Aznar, (que luego
trajeron demasiadas consecuencias), se palpaba entre el estado de ánimo de la
gente. Un amiguete suyo, Eduardo Zaplana, había ganado en el 95 las elecciones
en un feudo que desde los tiempos de Manuel Azaña, era de izquierdas: la
Comunidad Valenciana. El PSOE, encabezado por Joan Lerma, salía del gobierno
autonómico por la puerta de atrás. En su toma de posesión, Zaplana mencionó
cosas como "el compromiso de defender la tolerancia, el diálogo, el
consenso y la libertad" . Palabras, palabras y palabras que como de
costumbre se quedaron en el tintero. Era un tio avispao, y enseguida se dió
cuenta de que tenía en sus manos la gallina de los huevos de oro: Canal 9. Se suele decir que, cuando algo funciona meridianamente bien y va tirando, es mejor no tocarlo. Sin embargo a Zaplana se le ocurrió una idea
mejor: utilizar la televisión para limpiar su imagen y cara de niño bueno. Y
así lo hizo.
"Recuerdo
cuando nos exigían grabar a Eduardo Zaplana de su perfil bueno. Y la oda que me
encargaron sobre él cuando dejó la presidencia de la Generalitat Valenciana
para ser ministro. También recuerdo la bronca y los gritos que me dedicaron
cuando en ese vídeo de retrospectiva Zaplana aparecía en una imagen con la
tránsfuga que le había permitido hacerse con la alcaldía de Benidorm". Así
relataba una trabajadora despedida su experiencia vivida en Canal 9. La manipulación y el desfalco continuó. Comenzaron los eufemismos,
la prohibición, a la hora de redactar las noticias de términos como
"recortes" y la censura. Pero eso no fue todo. Los presidentes que
fueron pasando por el gobierno de la Generalitat, el "efímero" José Luis Olivas y Francisco Camps, colocaron a sus amiguetes al frente del ente público, y el resultado
tardó poco en verse: a día de hoy hay 4 directivos imputados por el saqueo de
las arcas de la empresa en la trama
Gürtel, durante la visita del Papa a Valencia en 2006. Además el deficit de la
cadena se ha multiplicado por cuarenta en 18 años de gobierno popular, hasta
llegar a la actual cifra de 1.000 millones de euros, completamente inasumible
para el actual presidente, Alberto Fabra. Con una desfachatez impresionante,
justificó el cierre RTVV el pasado 29 de noviembre como una manera de preservar
el estado de bienestar, algo que a oídos de la mayoría de los ciudadanos suena
a risa. Y por supuesto el pato lo han pagado los de siempre, los trabajadores.
Un 75% de ellos fue despedido el año pasado, y ahora han visto como un tribunal
obligaba a su readmisión y como en
apenas unos meses, se han visto en la calle de nuevo. Delirante...¿Entonces,
cuál es el problema? ¿Que mantener una tele "es muy caro" o que no se puede tener
mas morro? Primero destrozan una empresa pública propiedad de todos los
valencianos con su nefasta gestión, y
ahora nos intentan vender el burro de que es muy cara y que sobran los
trabajadores. Yo solo le diría una cosa al señor Fabra y a sus excelentisimos
antecesores: ¿Qué demonios hay que hacer para conseguir en apenas 20 años que
una empresa llegue a tener un deficit de
1.300 millones de € ? Evidentemente, no tiene explicación lógica posible cuando los que están en el gobierno parecen tener una mentalidad democrática nula. Aunque bueno,
pensándolo mejor, sí que la tiene: su gestión, ha sido una auténtica basura (hablando en plata), y por si fuera poco, nadie se ha sentado a pactar un plan
de viabilidad con los trabajadores, que irán todos a engordar la cola del paro,
casi 2.000 por cierto. El viernes pasado (29-N) dejó de exisitir Canal Nou, tras una
andadura de 24 años de servicio a los valencianos. Sus trabajadores dieron un
ejemplo de valentía, manteniendo la emisión toda la noche y resisitiéndose a la
policía que intentaba cortar la emisión por la fuerza. Los ciudadanos de esa
comunidad ya no cuentan con el único medio
de comunicación que hablaba en su lengua, y el mismo camino seguirán seguramente
sus homólogas de otras comunidades, como Telemadrid. Pero nosotros sigámoslo
permitiendo, porque hoy estamos enfadados por esto, pero mañana...mañana será
otro día.
Pablo
Torres - 02/12/2013